Qué penita más espantosa!!!

Como os comenté hace una semana, la educadora que recoge a mi bichito por las mañanas ha dejado de trabajar este mes de julio. Bueno pues llevo dos días que cuando la dejo se queda llorando.

Mi bichito es un amor, muy muy muy cariñosa. Últimamente cuando la cojo en brazos me pone su cabecita apoyada en mi hombro izquierdo, con sus dos brazos me abraza a lo largo de mi cuerpo y con sus manitas me coge los brazos. Cuando me hace eso me derrito, me dan ganas de comérmela a cachitos, ÑAM, ÑAM.

Yo no sé si son paranoias mías o que ha coincidido, pero desde que cambió la educadora que la recoge por las mañana, mi hija se queja cuando la subo al coche y hace pucheros. Yo creo que relaciona el coche con la guarde, pero ya os digo que puede que se me vaya la cabeza.

Lo que sí me lleva ocurriendo toda la semana es que en cuanto entro por la puerta de la guarde, me echa la cabeza al hombro, me agarra fuertemente y no quiere que la deje. A mi se me cae el alma a los pies. No puedo soportar que mi hija llore, no no no. Judith era tan maja, tan cariñosa, tan... y Silvia no me gusta nada de nada y claro, ahora menos. Así que cuando cada mañana me dispongo a dejar mi más valioso tesoro a una desconocida, me pregunto si pasará algo por decir que me he puesto enferma en el trabajo, que me ha dado un cólico o que tengo fiebre. No sé, alguna excusa para recuperarla y llevarla conmigo a casa y abrazarla tan fuerte que sepa que la quiero con locura, que mamá no es mala, que la quiere y que no la queda otro remedio.

Entonces me digo que es porque no la conoce, que tiene que hacerse a ella, que no me preocupe, que sólo es este mes. No, no me vale, no me siento mejor y oyéndolo de otra persona menos todavía. Mi hija no va a la guardería por gusto, ni para que la enseñen a ser mayor ni porque debe socializarse. No. Mi hija va porque no la queda más remedio, bueno, mejor dicho, porque a mi no me queda más remedio.

Yo no soy de esas mujeres que se sienten realizadas porque tienen un gran trabajo y una buena familia. Yo me sentiría realizada si pudiera pasar todo el día ocupándome de mi pequeña. Tengo un buen trabajo, no tengo demasiadas responsabilidades y hasta aquí he llegado. No quiero subir más, no quiero nada que me quite ni un minuto de poder disfrutar de mi familia. Y quiero construir una más grande. No sé cómo hacerlo, pero estoy segura de que voy a conseguirlo. Y voy a dedicarles todo mi amor y todo mi cariño y ojalá pudiera dedicarles más, entonces estaría realizada por completo, como persona y como mujer.

Joer, qué mal me siento cuando la dejo por las mañanas, qué culpabilidad tan grande me invade.

Ayer hablé con su profesora porque estaba preocupada. Algun@s pensarán que soy una histérica, que debería haber esperado. Pero no puedo y no quiero. Necesito saber que ella está bien, que no la ocurre nada y que cuando salgo por esa puerta la consuelan porque su madre tiene que irse, y no estoy segura de que ella lo haga.

Su profe me dijo que es porque los cambios en los niños son un poco duros y que les cuesta mucho acostumbrarse, que no la conocen y que la de un poco de tiempo.

Tengo un nudo enorme en el pecho...