martes, 7 de abril de 2015

Operan a mis hijos

Que operen a un hijo es una experiencia dura, difícil, en la que me sentí vulnerable, nerviosa y en algún momento el miedo se instaló en mí, aunque intenté disiparlo todo lo posible. Eso siendo su madre, siendo una operación pequeña, rápida y ambulatoria. El miedo es directamente proporcional cuanto mayor es la gravedad y el tiempo separados.

Ellos deben sentirse muchísimo peor, no puedo ni imaginármelo, porque en muchos caso no tienen ni idea del por qué ni de qué. Yo he pasado varias veces por quirófano siendo adulta y entendiendo cada procedimiento e intenté explicarle, en la medida de lo que creo que debía conocer mi Bichito, para que supiera qué iba a ocurrir en su intervención y no estuviera demasiado nerviosa. Estar con ella en todo momento y darle mi apoyo, mi amor, mi calor, fue importante para ambas y estoy segura que esas caricias postoperación que tanto la gustan, pegada a su cama, sirvieron para que se encontrara mejor.

Bichito tiene 5 años, se recuperó rápidamente, aunque verla asustada en la camilla fue doloroso, pero pronto la dieron el alta. La revisión bien, la anatomía patológica que me enseñó ayer su pediatra correspondía a un mucocele, pero la previsión de que tengan que operar a mis otros dos hijos se me hace hoy cuesta arriba.

Desde hace ya más de un año, tanto su padre como yo nos habíamos percatado de que Pequeñín no oía demasiado bien. Su habla no es fluida, de hecho tiene algunos problemas con el lenguaje y la pronunciación de las palabras, así que cuando empezó a preguntarnos "qué?" cuando le hablábamos en tono medio, decidimos llevarle al otorrino para valorar esa falta de audición. Oye "justito", menos de lo que debería escuchar un niño y creen que es debido al moco que alberga en sus oídos. Por si acaso desaparecía, le han mandado lavados nasales y corticoides durante dos meses. Se queja de dolor de cabeza de cabeza y oído 5 días de cada 7 que tiene una semana, así que vamos a intentar que le adelanten la cita de junio para que vuelvan a valorarle lo antes posible. La solución, si los corticoides no funcionaban, drenarle los oídos, solución que pasa por meterle en quirófano. Un mal menor si soluciona su problema, los oídos y la cabeza dejan de dolerle y oye de manera normal.

Y la hernia umbilical con la que nació Canija no se ha cerrado, por lo que la remiten directamente al cirujano para su valoración.

Pensar en ello me entristece, igual que hace unos meses con Bichito. Sé que me adelanto a ambas valoraciones, que todavía no ha llegado el momento, pero la previsión de que tengan que operar a mis otros dos hijos, me preocupa e incomoda. Cualquier operación conlleva sus riesgos, menos mal que son operaciones sencillas y apenas corren riesgos.

Que operen a uno de tus hijos es jodido, pero a los tres, es una putada.