El destete que no llega

Hace unos meses os decía y comentaba con mis amigas que mi Bichito apenas mamaba, no quería teta, lo mismo a la semana tomaba una sola vez y era un pequeño chupito. En una parte me sentía aliviada porque con ella sufro agitación del amamantamiento y hay veces que mi cuerpo la rechaza, hasta no poder soportarlo. Es una reacción extraña, incontrolable, que hace que te sientas fatal, compungida e incluso te repudias a ti misma por tener esos sentimientos hacia tu propia hija. Duele en el alma y en el corazón.

Sentirme así hacía que a veces me preguntara si merecía la pena, si estaba luchando por algo en contra de mi naturaleza, de lo que mi cuerpo me transmitía, si lo mejor no era no dejar que ella se destetara sola, que ella eligiera su momento, sino provocarlo. Pero me daba pena, me entristecía negarle su tetita, por la que hemos luchado tanto, al principio porque su agarre no era bueno y aunque después me ayudaron nunca fue correcto, después con el embarazo de mi Pequeñín, el cambio de sabor, la bajada de producción, aprender a tener que compartir lo más querido con su hermano cuando no comprendía quien era él y por qué tenía que compartir su tesoro más preciado. Han sido momentos difíciles para ella que ha superado junto a mí y luego junto a su hermano. Yo no me veía con la capacidad de negárselo por completo, de hecho quería seguir luchando junto a ella. La agitación del amamantamiento no nos iba a vencer a ninguna de las dos.

Cuando parecía que se iba a destetar y le decía: “Bichito, ¿teta?” y ella respondía: “No, mamá”, noche tras noche, a mí me daba mucha pena. El hecho de pensar que había acabado, que había llegado su momento, que ya realmente no iba a volver a mamar más, me apenaba muchísimo, pero debía respetarlo y así hice.

Sin embargo, cuando me quedé embarazada de nuevo empezó a mamar dos veces en semana en vez de una, luego tres y ahora casi cada noche me pide tetita. Es un rato el que pasamos juntas, apenas unos minutos, después de su hermano, mientras la canto alguna canción, la acaricio el pelo e intento controlar mis impulsos. A veces lo consigo, a veces no y tengo que quitarla y terminar abrazándola muy fuerte para que note lo menos posible el rechazo que a veces mi cuerpo transmite.

Me pregunto por qué sólo lo sufro con ella, por qué con mi Pequeñín, aunque noto molestias, aunque a veces me duele, no sufro ese rechazo que con ella sigo sintiendo. Creo que tiene que ver con su manera de mamar, que sigue sin coger el pecho completamente y que el roce de su lengua es mayor sobre el pezón y me produce sensaciones extrañas. Aunque a veces le digo que abra más la boca, la pobre no puede, aunque la digo que saque la lengua, la saca me da un lametazo a modo de juego en vez de intentar mamar. Yo sólo puedo cogerla y comérmela a besos, mi dulce Bichito, tan tierna ella que mientras mama me acaricia el brazo y me mira con esos ojitos llenos de amor. ¿Cómo quitarle ese momento tan cariñoso y delicado para ella, para ambas?

Cuando no puedo más sólo puedo abrazarla y comérmela a besos e intentar tranquilizarme una vez fuera de la habitación, cuando ya les he acostado a los dos.

Por ahora ambos han superado el cambio de sabor y la bajada de producción de los 3-4 meses de este nuevo embarazo, tanto mi Pequeñín como mi Bichito de nuevo, veremos a ver qué ocurre cuando vuelva a cambiar el sabor y la leche se convierta en calostro. Aunque mi Bichito dice que sale leche, a mí me parece que sólo gotitas, si yo me aprieto el pecho no consigo sacar nada más que una gota, pero ella dice que sí, así que habrá que hacerle caso. 

No sé si conseguiremos llegar al nacimiento de mi Pizquita, si habrá un momento en que mis tres hijos mamarán juntos y compartiremos nuestro momento único, el que yo sola puedo darles. Sería maravilloso poder vivir ese momento como todos los que vivimos juntos.

Ya son 3 años, 3 meses y 3 días amamantando a mi Bichito, de los cuales 1 año, 6 meses y 4 semanas comparte con mi Pequeñín. Seguiremos sumando siempre hasta que ellos quieran.

Gracias a los dos por todo este tiempo y por los que vendrán. Os quiero mucho a los tres.