Han pasado muchos meses desde la última vez que escribí sobre este tema. Me habría gustado seguir haciéndolo, sobre todo porque en los últimos meses la mayoría de las consultas que llegan a mi correo del blog es sobre este tema.
Por si alguien llega directamente a este post y quiere leer más sobre mi experiencia sobre el prolapso de Vejiga, en el blog habilité una pesataña que se llama
Suelo Pélvico, dónde podéis leer varias entradas. La última que escribí fue sobre la
Terapia Manual, por lo que hoy voy hablaros de la
Terapia Electromagnética.
La Terapia Manual me ayudó mucho, no sólo a aprender correctamente los ejercicios, sino que eliminó mis contracturas en toda la zona. Sin embargo, mi tono muscular no era suficiente, seguía teniendo pérdidas y dolor. Así que tocaba reforzar los ejercicios con terapia electromagnética. ¿Y en qué consiste una terapia electromagnética? Consiste en un aparato electrónico para producir diferentes intensidades sobre unos electrodos o sondas vaginales. En mis sesiones, utilicé tanto los electrodos exteriores como diferentes sondas vaginales interiores. Se trabaja de forma distinta si se hace interior o exteriormente, pero ambas refuerzan los múltiples ejercicios para el suelo pélvico.
Este tipo de máquinas reflejan la intensidad, resistencia y coordinación de tu musculatura. En mi caso la potencia era buena, la resistencia regular, pero la coordinación para ajustarme a los ejercicios, no tanta. Hacía diagramas en forma de pico, es decir, con forma de montaña, haciendo contracciones rápidas controladas, contrayendo poco a poco aumentando la intensidad y relajando también despacio; o de rectángulo, haciendo contracciones largas, contrayendo rápidamente, aguantando durante x segundos y relajando rápidamente. Poder visualizar mis ejercicios en un monitor fue muy revelador y me ayudó a controlar mis movimientos, mi fuerza y ver muchos de mis defectos. Lo peor para mí siempre ha sido relajar y la mayor parte del día me encuentro contraída, de ahí que sufra dolor pélvico en numerosas ocasiones y alguna que otra pérdida. Fue una pena que durara tan poco, creo que fueron 10 semanas, 2 sesiones semanales, pero llegar a tener un relativo buen tono muscular.
|
Pelvix Concept |
Cuando mi especialista de suelo pélvico me reconoció de nuevo, yo había mejorado bastante: de un prolapso de vejiga de tipo II, estaba en uno de tipo I. Así que me recomendó seguir haciendo mis ejercicios diarios y me mandó un aparato, parecido a la idea de las bolas chinas pero muy diferente, con una forma anatómica, para que me pusiera en casa y nos volveríamos a ver en 6 meses. Me recomendó que me lo pusiera sin los pesos, 2 veces al día, 10 minutos mientras me movía por mi casa y también cuando hacía mis ejercicios.
Lo intenté, pero no pude, me dolía el simple hecho de ponérmelo. Cierto es que mi suelo pélvico lo aguantaba perfectamente los 10 minutos mientras hacía la cena o deambulaba de un sitio a otro, pero notaba molestia, y al final decidí dejar de ponérmelo.
6 meses después, yo había pasado por una mudanza y en la vorágine de aquellas semanas, me olvidé de mis ejercicios, de ponerme mis bolas terapéuticas y me planté de nuevo en la consulta con el suelo pélvico deteriorado. Eso sí, mis escapes ya nada tenían que ver con los de mi
primera consulta, ni tampoco mi aptitud, me intento anticipar a los esfuerzos contrayendo mi suelo pélvico y evitando así los odiosos escapes. Peeeeeeeeeeero si corría detrás de los niños o subía las escaleras, no podía evitarlos y eso seguía minando mi estado anímico, aunque tampoco hacía mucho para evitarlo, a quien vamos a engañar.
Cuando le expliqué al doctor que no había podido ponerme las bolas terapéuticas porque me producían dolor y hacer así gimnasia involuntaria, me examinó y me dijo que tenía el cuello del útero torcido y por eso me molestaba, así que lo descartamos como fisioterapia.
Sí que en dos años había evolucionado mucho, había pasado de cistocele de grado II a grado I, había aprendido técnicas que me ayudaban a fortalecer mi suelo pélvico y ejercicios que me ayudaban en mi día a día, hipopresivos, Kegel. Lo malo, mi falta de constancia. Estoy segura que si hubiera sido más constante habría mejorado muchísimo más. Antes se creía que la musculatura del suelo pélvico una vez que se perdía no se recuperaba, pero en las mujeres jóvenes como yo, los fisioterapeutas han visto que sí se recupera parte de la musculara y que mejora. Pero repito, con constancia.
Recibo muchos correos de mujeres en situación muy parecida a la mía, a las que he ido respondiendo en la medida de mis posibilidades y mi mayor consejo es que busquen un buen especialista y que sigan ciertas pautas que mejorarán su musculatura y, por tanto, su día a día:
- Anticípate a los esfuerzos.
- Hipopresivos tumbada, rodillas flexionadas y brazos flexionados con palmas mirando hacia el techo, como si quisieras empujarlo. Inspira, echa todo el aire y sin nada de aire mete la tripa hacia dentro, como queriendo llegar con el ombligo hacia la espalda, haciendo con la musculatura como si te subieras la cremallera de un pantalón. Aguanta lo máximo posible, coge aire y descansa. Lo suyo sería aguantar unos 20 segundos sin respiración y con la tripa metida. Yo llego a 15. Este ejercicio viene fenomenal para quitar presión abajo y descongestionar toda la zona pélvica.
- Ejercicios de Kegel: contracciones rápidas y largas.
- Sé constante y no lo dejes, hazlo a diario, porque se nota.
Después de aquella revisión he tenido otra hace poco en la que estuve haciendo mis ejercicios, aunque menos de lo que debería. Pero eso ya os lo contaré en otro post.
Y vosotras, ¿cómo habéis incluido vuestros ejercicios de suelo pélvico en vuestro día a día? ¿Habéis notado mejoría?