Bichito jamás quiso un biberón o un chupete, por lo que creo que el esterilizador lo utilicé contadas ocasiones y la escobilla limpia biberones quedó colgada del escurreplatos.
Con la limpieza de algún recoveco de los aparatos que tengo en casa, la escobilla limpia biberones tuvo su utilidad, pero de un tiempo a esta parte, desde que Canija empezó con la introducción de alimentos a demanda, la escobilla está en su momento álgido. Y os preguntaréis: ¿qué narices tiene que ver? Pues mucho y si no os lo creéis, seguir leyendo.

Con sus 6 meses recién cumplidos había que adaptar los pedazos que le daba para que ella pudiera manipularlos correctamente. Elo me recomendó que le diera la fruta con cáscara, muy bien lavada, que así no se le escurriría y podría gestionar perfectamente los trozos de fruta. Y es aquí donde entra la escobilla limpia biberones, porque la piel de la fruta es rugosa y, por tanto, no es sencilla de lavar, pero con la escobilla queda totalmente limpia y apta para que mi Canija pueda chuparla, requetechuparla y volverla a chupar. La echo un poco de jabón y la limpio bien debajo del gripo con la escobilla y a mi Canija le llega perfectamente limpita para que pueda mordisquearla, chuparla y sacarle todo el juego cogiendo los pedazos sin que se cabreé porque se le escurren.
En una ocasión alguien me preguntó qué hacíamos cuando comíamos fuera. Canija lo pone todo perdido, así que cuando ha terminado me agacho y con una servilleta recojo todos los trozos y migajas de su comida que han caído al suelo, mojo la servilleta en agua y limpio la parte de la mesa que ella ha manchado. La verdad es que enguarrina mucho, pero con limpiarlo después ya lo tenemos solucionado.
Menudo saque tiene mi Canija y aunque la teta le gusta más que cualquier otra cosa, en cuanto me oye decir ¡A comer! o me ve que estoy llevando platos a la mesa, deja lo que esté haciendo y gateando va hasta la trona, se pone de pie agarrándose a sus patas, la mueve y lloriquea hasta que la subimos. Examina cada alimento que se encuentra en la mesa y escudriña cada plato para ver qué es y hacerse entender, ya sea expresándose corporalmente o dando grititos. Poco a poco vamos entiendo qué es exactamente lo que le apetece comer y es increíble lo que disfrutamos viéndola comer.
Con Bichito no conocía el Baby-Led Weaning y le di potitos de frutas, a Pequeñín le di trozos de fruta pero se le escurrían porque le quitaba la piel y tenía que ayudarle a sujetarlos al principio, aunque al poquito él sabía gestionarlos perfectamente. Con Canija todo ha sido diferente y es que cuando alguien especializado te lo explica, todo es mucho más sencillo. Como su hermano todavía no hemos encontrado una fruta que no le guste.
Y vuestros hijos, ¿cómo comen la fruta? ¿Se os había ocurrido la idea de darles la fruta con piel?